Causas y factores de riesgo de la obesidad infantil
De modo general se puede afirmar que en la obesidad infantil hay causas sociodemográficas, socioeconómicas, ambientales y psicológicas.
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Factores socio-demográficos
Como se ha dicho anteriormente, hay multitud de estudios publicados que concluyen que existe una asociación significativa entre el IMC de los padres y el de los hijos a partir de los tres años y que la correlación es positiva y significativa con los hijos de siete años en adelante. El riesgo relativo varía en razón del sexo, de la afectación de uno o los dos progenitores y del grado de obesidad de los mismos, siendo el máximo el de los hijos varones de ambos padres obesos (RR 8,42; IC a 95% 5,47-13) y el mínimo el de las hijas de un único progenitor con sobrepeso (RR 1,47; IC a 95% 1,14-1,88).
Algunos datos del estudio enKID indican una menor prevalencia de obesidad en las niñas y adolescentes en todas las edades. Esto probablemente se debe a dos hechos fundamentales: los progenitores perciben antes el exceso de peso en sus hijas que en sus hijos (adoptando medidas de control) y las niñas asumen desde edades muy precoces los ideales estéticos de la sociedad actual que convierte la delgadez en el objetivo deseable.
Es difícil diferenciar el origen genético o ambiental de esta relación. Algunos estudios sobre el impacto de los hábitos alimentarios y de práctica de ejercicio físico en los padres han constatado estilos de vida similares entre progenitores e hijos, aunque esta relación se va debilitando hacia la adolescencia. Sin embargo otros estudios realizados con niños adoptados sugieren un predominio del origen genético.
Factores socio-económicos
A pesar de las dificultades para la comparación, debido a los diferentes planteamientos de las investigaciones existentes, parece posible concluir que el nivel socioeconómico elevado es un factor de riesgo de obesidad en los países pobres y en los de transición nutricional (como China). Sin embargo, en los países desarrollados el nivel socioeconómico bajo es generalmente un factor de riesgo de obesidad. El estudio enKid encontró mayor prevalencia de obesidad infantil en niveles socioeconómicos y de estudios más bajos.
Factores ambientales
Según los países, la influencia del lugar de residencia sobre el riesgo de obesidad en niños es variable. En los países pobres y en los de transición nutricional el medio rural parece un factor de protección, sin embargo, en estudios realizados en países desarrollados se ha identificado como de riesgo. En España, tampoco se ha observado una tendencia definida a este respecto.
Factores psicológicos
Están presentes en la sobreingesta y los atracones. El problema de la obesidad se puede atribuir a un fallo psicológico en el control del apetito, es decir, verse tentado a comer más de lo que se necesita. Hay una dependencia psicológica en el acto de comer y esto es tan grave como la dependencia a una droga, al alcohol o a la nicotina.
Uno de los factores más importantes que participan en el desarrollo de la obesidad son los hábitos de alimentación. El tipo de comida va a influir en la obesidad y prácticamente a determinarla y hay que tener muy presentes algunos de los siguientes aspectos:
- Inactividad física: la escasa actividad física y el sedentarismo, indirectamente estimado por el número de horas consumidas en actividades lúdicas sedentarias (televisión, ordenador, videojuegos, etc.) están significativamente asociados a la obesidad. Además, varios estudios epidemiológicos han evidenciado una relación directa entre la cantidad de horas consumidas en ver televisión y la ingesta energética y grasa.
- Duración del sueño: en el estudio realizado en niños y jóvenes españoles la prevalencia de obesidad fue inferior en el grupo que dormía una media 10 horas en relación con los que duermen menos de 7 h.
- Características de la alimentación: una revisión sistemática que evaluó la fuerza de evidencia científica de estos factores clasificó como fuertemente implicados en la etiología la elevada ingesta de alimentos densos en energía, como probables la poderosa publicidad para el consumo de estos alimentos y el elevado consumo de refrescos con azúcar y como posible (con menor nivel de evidencia) el gran tamaño de las porciones. En el estudio español enKid, a partir de los 6 años, la prevalencia de obesidad fue más elevada en niños y jóvenes que aportaban mayor proporción de energía a partir de la ingesta grasa (> 40% kcal).
En este mismo estudio se apreciaron diferencias significativas en el consumo de productos azucarados, bollería, embutidos, productos de pastelería, huevos y frutos secos entre el grupo de obesos y los no obesos, con algunas diferencias en cuanto a edades y sexo. Además, la prevalencia de obesidad fue más elevada entre los niños y jóvenes que realizaban bajos consumos de frutas y verduras (< 2 raciones/día). En el estudio enKid la prevalencia de obesidad infantil fue más alta en los que no desayunaban o realizaban un desayuno incompleto así como entre los que fraccionaban en menor número de comidas la ingesta total diaria (una a dos comidas frente a cuatro al día).
Por este motivo se insiste en la prevención de la enfermedad desde la infancia, que es cuando el niño comienza a incorporar los hábitos alimenticios. Estos hábitos se pueden modificar y adaptar.
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